Hubo una época en el taller, que se ha comentado en otra de nuestras entradas, donde la encargada, en este caso, del taller comenzó a contratar gente a malsalva. Lo caricaturesco de esto es que todos los días conociamos entre 1 y hasta 6 personas nuevas, Asi se unieron a esta brillante cofradía gente que tenía unos conocimientos técnicos tales que llevaría a el taller al estrellato en poco tiempo, Ideas innovadoras, nueva tecnología, programas ultra-rápidos y confiables. Todo fue efímero tal avion a chorro hendera el cielo. La tecnologái llegó solo a modo de versionador, los programas ultra-ràpidos y seguros nunca llegaron y los conocimientos fueron uan panace payasesca.
El dique que se daban dichos personaes al amparo total de paraguas de la encargada llegaba al punto que uno de ellos dijo suelto de cuerpo cierto día, como manifestando un olímpismo programador pocas veces visto en la costa sur rioplatense: "...tenes suerte de que trabajes conmigo, va a aprender mucho...", el convitado parlante que recibió tal coronación didáctica resulto poco perplejo ante la prosapía mundana del parlante obrero del teclado declamador. Para otra entrada podesmos dar detalles pintorescos de esta situación.
Dicho tiempo, que no fue nuevo, fue de atiborradoras pc que surcaban el cielo talleril con notable velocidad de resolución, esto último no implica que se infiera que las resoluciones hayan sido acertadas.
Un circunspecto grupo de tres, que por obra y gracia del destino talleril no llegaba a trio, rondaba a minuto diria yo, la oficina destinada a la encargaduría del taller. Como no había tareas para tantos, un par de dicho trio adhirio al disfrute telefónico del estado al cebar mate a la encargada de dicho dislate por la mañana y por la tarde. Todo comentario altisonante o no hacía eco en el reporte vespertino o mañanero según ronda de mate. El otro personaje, que no hacia recordar a un par de gigantes del espectáculo (una caricatura de Fontanarrosa y un verdadero valuarte del baloncesto argentino y mundial) atendía las siestas del taller, pero de un modo mas tecnológico y sin mate de pormedio, mas allá de que dicho obrero funcional fuera mesopotámico.
Como uno de los mas queridos y circunspectos obreros había vaticinado, dicha encargada no terminó bien en dicho taller.
Pero el mesopotámico quedó, hasta me atrevería a decir que fue uno de los pocos que sobrevivieron a la debacle del imperio del mate dentro del taller, casi un imperio ñoqueril. Habilmente dicho obrero funcional, saltó a capataz de un dia para el otro dado el suculento y poco altisonante cambio de encargado.
En rigor verdadero, este capataz siempre tuyo perfil bajo.
Cierto día, luego de haber sostenido una reunión con otros obreros y dicho capataz, ocurrió un hecho por demas llamativo, nunca visto en la greda talleril. Uno de los encargados del taller (en esos momentos hubo 2 porque con uno no alcanzaba) lo llamó sigilosamente a su oficina y en menos de 10 segundos, volvieron ambos cuan prisionero escoltado, tomo sigilosamente sus cosas de su escritorio y fue invitado amablemente a salir por la puerta del taller ya sin despedida sino un simple "chau". El encargado barbado, que tuvo mas apodos que margarito tereré, caminó cuan Atila por la estepa siberiana hasta alcanzar su oficina, con un gesto policiaco sobre el deber cumplido.
Solamente a un par de obreros este momento les cayó por demas curioso, uno de los obreros era tecladista y el otro funcional. Este último se recluyó en su escritorio con un dejo de amargura sobre su destino, el obrero del teclado tomo esta situación como risueña mas allá de que no sabía que pasó.
El Atila del taller llamó a ambos obreros y batio la famosísima frase, celebérrima ya entre el selecto grupo de talleristas, dijo sin mas: "debido a una conducta contraria a los intereses de la empresa, me vi en la TESITURA de invitarlo a salir de la misma ya que no acompaña los objetivos de la empresa...." (sic).
Tuvimos varias minutos para deducir que aquel mesopotámico obrero funcional luego capataz era sino otra cosa que el espía de la anterior encargada. Verán, el MSN todo lo puede, todavía nos preguntamos como Atila llegó a tal conclusión, pero la misma era verdad, a partir de ese día no hubo mas cellisca en le taller.
martes, 23 de septiembre de 2008
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