jueves, 24 de septiembre de 2009

Rollback monitoreado

Esta curiosa anecdota ocurrió con uno de los obreros del teclado mas recordados, no solo por su labor sino también por la virtuosidad que mostraba en el juego del balompié al punto tal de que convirtió el mas recordado, mejor y glorioso gol en los juegos entre talleristas. La fecha de concreción de este no la recuerdo, pero estuve presente y hasta puedo decir "el pase se lo di yo".

Ocurrió en la época donde un remisero daba directivas a diestra y siniestra, donde la encargada tuvo su requiem con fecha expectante y curiosamente cumplida, donde todos los días nuevos obreros entraban, algunos a empellón limpio, a realizar tareas laborales y/o tareas no laborales en el taller.

Aquellos conspicuos talleristas sabian bien que los implementos laborales eran escasos y vetustos, rara vez, por no decir nunca, había actualización de los enceres. El célebre remisero devenido en subencargado, aquel que "compraba memoria", realizó una compra de monitores de que brillaban relucientes en un escritorio. Estos fueron repartidos con discreción a bando emitido oralmente y conmitado por cierto personaje encargado del pañol cibernético de dichos elementos.

Nuestro tallerista cumplia con aprecio sus tareas sin musitar queja, el poseia uno de los monitores mas arcaicos que poseia el inventario talleril. Cierta día en horario vespertino concurrió al pañol talleril y solicitó un cambio de monitor, el encargado del barracón no hizo objeción alguna y lo conformó al cambio del mismo.

El obrero del teclado hizo el cambio respectivo y casi a momento de finalizar el mismo ocurrió el siguiente suceso, la oficina de la celebérrima encargada donde habitaba el pueril remisero quedaba pared de por medio al cubículo que 6 obreros ocupaban, el obrero pasó por la puerta de la oficina con el monitor en mano, llegó a su escritorio y comenzó a acomodarlo, al segundo sale el majestuoso remisero (pelado con anteojos) con un cigarrillo en la mano derecha cercano a la boca y la mano izquierda oculta en el respectivo bolsillo:
R: ¿quien te dio el monitor ese?, ¿quien te autorizó?
OT: fulano (el encargado del pañol cibernético que por obligaciones no podemos nombrar)
R: no no noooooo (con un desden propio de un casero que no autoriza cierta conducta)
OT: pero yo le pregunté y me dijo que si
R: devolvelo donde estaba --dando la espalda, provocando una pitada al cigarrillo y volviendo a ingresar a su ¿oficina?--

Acto seguido y con fastido exánime el obrero del teclado volvio a su viejo monitor.

1 comentario:

Anónimo dijo...

por favor merece un post la vez que alejandro moszko andaba adentro de la oficina con una bolsa de carton vendiendo bikinis (año 2008), asi como leen, nada de cd's, ni de vinos BIKINIS y las andaba ofreciendo y diciendo que las chicas se las probaran en el baño. Muy comico por poner un adjetivo. SIN PALABRAS.